-Se excita, se retuerce, se marea. Siempre es igual, no importa lo que haga. Primero las palpitaciones, la excitación. Después se retuerce pidiendo, hasta ha llegado a rogar. Pero al final siempre se marea. Trato de cambiar la rutina, innovar, pero siempre es lo mismo. No importa cuanto me esfuerce, la manera en que la cargo, la forma en que le hablo. Hasta trate de ser indiferente, hacer las cosas mal. Nada cambia. Se excita, se retuerce, se marea. Pero le gusta, me pide más y yo ¿Qué puedo hacer? Cómo resistirme a esos ojos claros, a esos labios carnosos. Caigo una y otra vez en lo mismo. No le puedo decir que no, aunque no es normal que se maree como lo hace. No me pasó nunca, se podría decir que en esto soy inexperto. Tengo que confesar que a veces me da miedo, pero ríe, ríe mucho. Le encanta y no quiero ser yo quien la prive de ese goce. Recuerdo las cosas que me provocaron y como lo hicieron. Si lo tuviese que describir, quizás tampoco suene lindo, peor al fin y al cabo era placer. Quiero repetirlo, llevarla de nuevo a la luna y que goce, que goce mucho. Eso es lo que me gusta, verla en su punto máximo de placer. Sentir su corazón latir fuerte. ¿Me entiende?
- Si, pero debo decirle que no es nada de otro mundo, no es siquiera un problema
-¿Eso quiere decir que lo puedo repetir? ¿Puedo hacer que se excite y se retuerza? ¿No importa que se maree?
- Mire, es su hija y lo ella siente es normal. Mis hijos también se marean en la calesita.
martes, 3 de abril de 2007
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