martes, 20 de marzo de 2007
Confesión.
Me pueden los desnudos. No existe error posible en el cuerpo humano. Sus formas y texturas están elegidas delicadamente para provocarme los más indecorosos deseos. Carnes mordibles y pieles acariciables, ambas creadas para mi deleite.
Anoche desperté entre cuatro personas enredadas en sábanas. El peso muerto de una pierna cortaba la circulación de mi brazo. Desde yo estaba la vista era celestial, una imitación perfecta del paríso. Todos esos cuerpos eran hermosos.
Quise ver el cuadro desde afuera. En puntas de pie me alejé de la cama y los observé en silencio. Lo que vi era arte. Por alguna extraña razón te despertaste. Me viste ahí, mirándote. Definitivamente tus ojos son los mas pornos que vi.
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